Apenas dos semanas después del anuncio de la normalización de las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Cuba, un amigo se marchó definitivamente a los Estados Unidos vía frontera con México.
Ayer noche
me ha regalado su vívida experiencia camino a la frontera mexicana. Como le
gusta el número ocho (por Ochún) me pidió testimoniar en un formulario de solo
8 preguntas. Hubiera bastado una sola, pero lo interesante fue que reordenó mi
cuestionario colocándole un titular a cada una de mis interrogantes en un
alarde Brechtiano de estudiado distanciamiento. Cuando se le distancia y se
comparte, el dolor sabe a menos.
El intenso
fenómeno de la fragmentación familiar en Cuba no es exclusivo del éxodo por
Camarioca, los Marielitos o los no tan lejanos Balseros del ’94. Se trata de un
asunto tan vigente y apasionante como delicado y rancio.
Al parecer,
“la cosa” se nutre de ciertas Diferencias Irreconciliables ancladas en los
cimientos de nuestra interpretación socio/cultural/política y una enredada
concepción filosófica de la estructura familiar en Cuba que ya alcanza más de
medio siglo de existencia. Algo que se traduce en una bastante transitada y
estereotipada visión del futuro y el destino de nuestra nación.
Después de
todo, la familia sigue siendo la célula fundamental de la sociedad.
¿Cuánto más
habrá que esperar por la enseñanza y la práctica real- no virtual, no
cacareada- del Respeto a la Diferencia- al menos en el costado literalmente
doméstico- para que nuestras familias se expresen y proyecten con sentido de la
modernidad?
Aquí les
dejo el testimonio de Daniel. Léanlo y compártanlo para que el dolor sepa a
menos.
1.- El
avión.
Pregunta
(P):- ¿Qué tal resultó viajar por vez primera al extranjero?
Respuesta
(R):- Fue muy interesante. Salimos el 31
de diciembre. Dos semanas después del anuncio de la normalización de las
relaciones entre Cuba y USA. Imagínate, de no haber realizado jamás un viaje al
extranjero, salté a sentarme en Primera Clase porque gracias a nuestra
presencia regular en la televisión esa aerolínea tuvo la gentileza de
brindarnos un tratamiento diferenciado. No obstante, iba tenso por todo lo que
implica subirte a un avión, mas el valor agregado del verdadero objetivo de ese
viaje, pero eso sí, tampoco era como para renunciar a mi cervecita Heineken y
mucho menos a comer como todo un "expeditivo” de la Universal. Así y todo,
iba repasando “el guión” para la Entrevista de Internación en México. Me hacia
un nudo en la garganta el solo acto de pensar que si me denegaban el ingreso al
país significaba montar inmediatamente en otro avión de regreso a La Habana.
Aterrizamos y desembarqué. Me paré delante de la ventanilla y repetí mi bien
aprendido “libreto de luna de miel”: los artistas recién casados, mi esposa es
cantante de mariachis, nos espera un vuelo a Cancún, esta es la reservación,
etc, etc, etc… ¡Éxito total y salimos
de allí! No miré hacia atrás.
2.- El
Distrito Federal (DF).
P. ¿Qué debe
hacer un cubano recién llegado al DF? ¿Se necesita una Guía Turística?
R. Lo que
hay que hacer es estar asustado. Nada de Guía Turística. Así de sencillo. Estar
asustado es todo lo que se necesita. La cantidad de miedo que tenemos
relacionado con México es impresionante. Las abundantes noticias sobre
asesinatos, jóvenes desaparecidos, el narcotráfico, los timadores ambulantes,
el referencial cinematográfico y las leyendas, hacen de México un verdadero
cuchitril. Y- con esos truenos- para nosotros dos, una buena parte de los
mexicanos podrían ser asesinos, violadores, prostitutas y secuestradores!
¡Nadie puede ser como Frida o Diego! ¡Imagínate tú! Uno no tiene ni idea. Se
cumple lo mismo con quien desconoce las sabrosas madrugadas habaneras y con las
orejeras puestas salen corriendo del aeropuerto directo para el hotel de
Varadero.
Mira,
agarramos un taxi en el aeropuerto y nos quedamos justo en el corazón del DF,
en un Hotel llamado “El Ejecutivo”. De Cuatro Estrellas ese hotel.
El primero
de enero nos fuimos de tour por todo el DF y luego a las pirámides a llenarnos
de energía. Nos metimos en la candonga más peligrosa del DF a comprarnos
zapatos y abrigos para el largo viaje hacia el frio norte. Eran días de tequilazos.
Regateamos precios, montamos guaguas y mas taxis VW, caminamos por el medio de
la calle; hicimos todo lo que supuestamente es contraindicado en el DF… ¡Y no
nos pasó absolutamente NADA!
En minutos
fuimos perdiendo el “histórico” miedo y a todos los mexicanos que me encontraba
les preguntaba cualquier tontería- incluyendo a los “temidos” policías
metropolitanos- nada más por curiosidad y todos fueron muy atentos y amables.
Lo único raro en el intercambio era la extrañeza que se llevaban al enterarse
que nosotros éramos dos turistas cubanos hospedados en un hotel llamado
"Ejecutivo” y de luna de miel en el país azteca. ¡De película surrealista
en el mejor de los casos! ¡De espionaje o terrorismo en el peor!
3.- El viaje
a la frontera.
P. ¿Qué
temas recomiendas conversar con un taxista mexicano camino a la frontera con
USA?
R. Bueno,
esto era lo peor de todo hasta ese momento. El viaje a Tijuana no lo pude
preconcebir en La Habana, porque si sacaba boletos desde Cuba eso iba a
resultar sospechoso para la Entrevista de Internación. Así las cosas, al
segundo día de estar en el “peligroso” DF mexicano me fui hasta el aeropuerto y
compré dos boletos para la fecha que estuviese más cercana sin importarme el
precio. Los compré de ida y vuelta, por si las moscas. El viaje a Tijuana es
más largo que de La Habana al DF y este ya no era en Primera Clase a pesar de
ser más caro. Pero bien. Todo bien. Volamos tranquilos. En la terminal de
Tijuana una cola larguísima para revisar los equipajes. Imagínate, fiestas de
año nuevo y todos los Yumas que se van de vacaciones a putear a México se van a
Tijuana! Allí si es peligroso “el mambo”.
Se trata de
un aeropuerto minado de militares armados hasta los dientes. No es jamón. Pero
a nosotros ni nos miraron. Pasamos las maletas por los rayos X y salimos raudos
y veloces.
Afuera del
aeropuerto tremenda molotera de gente.
Los Taxis en
Tijuana si son peligrosos, sobre todo para los cubanos. Yo iba listo para
hablar en inglés y hacerme pasar por yuma, pero me di cuenta a tiempo de que en
Tijuana… ¡se habla un inglés de pinga, mi socio!
Entonces, me
proyecté en perfecto español, como el americano de tu obra de teatro Carne
Rusa. Al primer taxista que pasó- con tremenda mala pinta- le dije que nos
llevara para la Puerta Fronteriza más cercana. El tipo muy risueño y atento nos
montó las maletas en el maletero del carro y ahí mismo las di por perdidas. El
miedo otra vez. El fantasma de William Loman planeó sobre mi cabeza. Pero nos
sentamos en el asiento trasero rápidamente y fuimos suplicándoles a todos los
santos y mártires que conocemos durante los 15 minutos que dura ese viaje,
incluyendo a Quetzalcóatl, por supuesto.
El taxista
resultó ser cariñoso y hasta buen conversador de generalidades pero de repente
arregla el retrovisor y nos pregunta sobre nuestro “paseo y la luna de miel”.
Le respondí escuetamente.
Hizo un
breve silencio y como quien no quiere las cosas nos pregunta de dónde éramos.
Miedo, susto, duda, aprensión y recelo todo mezclado con una pausa larguísima,
la más larga de mi vida. Te lo juro.
Hasta que le
respondí con desdén, pero despacito y quitándole importancia: -¡De lejos!
El tipo me
miró la nariz y preguntó:
-¿De
Argentina?
Yo
tranquilo:
-Sí, de
Argentina, ¿cómo se dio cuenta?
Ahí fue que
pude respirar y le di las gracias a mi paternal herencia probóscide!
Continuamos
el trayecto hablando tranquilamente de El Obelisco, los porteños, Los Andes y
La Patagonia hasta que llegamos a la frontera con USA. En el mismo taxi pasamos
de largo el puesto fronterizo mexicano y nos dejó justo en una larga cola
ubicada a unos 300 metros de la puerta norteamericana y- eso fue fabuloso-
¡fuera del alcance de los controles mexicanos! Le regalé 20 dólares al taxista
y se fue radiante. Al final creo que no se tragó el tupe “argentino”.
los quince
minutos de taxi (2)
Los
peligrosos 15 minutos del trayecto en Tijuana.
Da igual y
pedí el último en la cola, como si fuera la cola del pan.
¡Dos horas
de cola, mi hermano! Un montón de gente que transita por esa puerta a diario.
El tema es que en los automóviles solo puede cruzar la frontera el chofer. El
resto, los pasajeros, tienen que bajarse y hacer la multicolor cola.
4.- El
guardia.
P. ¿Cuál es
la mejor forma de “sacudir” a un guardia fronterizo?
R. Al primer
guardia que encontré “toreando” la cola le recité el versículo de ‘la
libertad’:- “Hola, buenas tardes. Somos cubanos y nos queremos acoger a la Ley
de Ajuste” Por supuesto, eso lo tenía preparado en perfecto inglés. El socio
nos miró con sorna y nos indicó que siguiéramos en la cola, que más adelante se
lo repitiera al próximo guardia que me encontrara. Me dije: ¡Ah, el peloteo!
Así lo hice. Hasta que llegamos a un tipo grande, con gafas oscuras y una
barbita blanca. Le repetí el famoso versículo y se quitó las gafas, nos miró de
arriba abajo- como en las películas del oeste- y nos pidió los pasaportes
cubanos. Los revisa y me los devuelve diciendo que eran pasaportes falsos y que
allí no dejaban entrar cubanos. Imagínate nuestras caras. Otra pausa llena de
desconcierto y compitiendo en buena lid con aquella larguísima.
Pero yo
tranquilo- aparentemente- y en el inglés mas chapurreado y malo que he hablado
en mi vida le volví a repetir el versículo… ¡y el tipo comenzó a reírse, asere!
Se rió durante mucho tiempo. Se estuvo riendo de mí y en mi cara y cogí un
encabronamiento controlado como por 30 segundos. Luego, el muy hijoeputa, me
dio una palmada en la espalda y me dijo:- ¡Bienvenido a los Estados Unidos de
América!
¡Se abrió la
tierra! ¡Respiré y creo que hasta me chispié en los calzoncillos!
Entonces,
señaló a otro guardia que estaba en un mostrador revisando pasaportes (como
hacen los cajeros en las tiendas) y le dijo:- “Oye, un par de cubanos para ti”.
El guardia que revisaba pasaportes refunfuñó y nos dijo en un pulcro castellano
que fuéramos con él.
5.- El
latino.
P. ¿Puede
hacer las veces de “buen hombre” un guardia latino en la frontera de USA?
R. Era de la
florida el guardia fronterizo que revisaba pasaportes y siguió refunfuñando
porque las siguientes 4 horas fueron dedicadas a llenar nuestros papeles y a
escribir informes.
Nos preguntó
sobre cómo habíamos llegado y nos felicitó también. Era un tipo agradable,
refunfuñón, pero agradable. Le repetimos el argumento melodramático y se rió un
buen rato. Luego me confesó que había mucha gente que la pasaba peor que
nosotros y hasta llegaban heridos físicamente, pero que a partir de este
momento toda mi vida iba a cambiar… ¡para mejor!
Pero todavía
lo que se conoce como “El Tránsito” no había ni comenzado.
Me explicó
que era de rutina lo que venía, que no me asustara y me pidió que pusiera las
manos arriba de la mesa. Me cachearon y luego me esposaron. Wilma me miraba
asustada. Caminé riéndome de aquellos policiacos de antaño. Ellos también se
reían.
Me retiraron
los cordones, el cinto, me revisaron los zapatos, me viraron los bolsillos al
revés y me contabilizaron todo lo que llevaba encima, centavo por centavo. Con
cara de tristeza el tipo miró mi “fortuna” y me la devolvió. “Aquí eso es muy
poco- me dijo- pero imagino lo que te habrá costado reunirlo en tu país.
Cuídalo, te va a hacer falta. Aquí la cosa es dura para nosotros los latinos”.
6.- La
espera.
P. ¿En qué
consiste el término “Esperar” por la “Entrevista” bajo los dominios de la
guardia fronteriza de USA?
R. Nos
sentaron en una sala de espera, separados, a Wilma y a mí. No podíamos
hablarnos. Estábamos a menos de cinco metros y nos pasamos la noche entera
tirándonos guiños, suspiros y miradas de consolación ¡La noche entera en la
incertidumbre! Y la noche entera rodeados por mexicanos “brinca cercos”- como
les dicen ellos; un par de putas revoltosas guatemaltecas y una familia de chinos.
Era un chino gordo y grande, en tanto su mujer era flaca en son raquítica y
andaban con una niñita como de siete años. Eso me partió el alma. Al chino lo
cogieron cruzando la frontera en un carro robado y con $20.000 dólares en un
maletín.
Nos cogió la
madrugada, por suerte, ni gota de hambre. Desde que llegamos nos embutieron a
Mac Donalds y refresquitos de sobre. Desde las 4 de la tarde hasta bien entrada
la madrugada estuvimos viendo los animados americanos más pesaos que uno
pudiera dispararse. Creo que eso fue lo peor de la estadía en la frontera
después de todo. ¡El mejorcito fue Bob Esponja a las 11 de la noche! De ahí en
adelante ni un animado que valiera la pena… ¿De dónde cojones los Yumas habrán
sacado su asqueroso gusto por los animados grotescos e histéricos que se meten
esta gente, asere? Como a la 1.00am nos repartieron unos colchones de
"esponjita" y unos cobertores tejidos, rosaditos… muy homosexuales
ellos… ¡los cobertores, asere!
7.- La
entrevista.
P. ¿Cuánto
se gana y cuánto se pierde en una ‘Entrevista’ en la frontera de USA?
R. A media
madrugada- igualito que en los interrogatorios de Villa- nos llamaron, primero
a mí, y luego a Wilma para testificar. Nos tiraron las fotos más feas en las
que he quedado en toda mi vida (y eso que soy un poquitín fotogénico). Todavía
medio dormido me acribillaron a preguntas, a las cuales Wilma debía responder
de igual manera. ¡Qué clase de nerviosismo!
Me hicieron
levantar la mano derecha y jurar que estaba diciendo la verdad, nada más que la
verdad y toda la verdad. Lo hice y luego me sentaron y me acribillaron.
Como gato
bocarriba, ya tú sabes, me defendí. Iba entendiendo a medias el inglés
trasnochado del guardia viejo, descendiente de indios americanos, cruzado con
mexicanos de antes. Siempre intenté responder a todo.
“¿Cómo te
llamas, de dónde vienes, con quién vienes, a quién vas a ver, porqué, dónde vas
a vivir, con quién vas a vivir, qué hacías en Cuba, estuviste preso?”, etc,
etc. ¡Un auténtico interrogatorio de más de unos larguísimos 40 minutos! Nada
de “Entrevista”.
Al final me
preguntaron quién estaba afuera esperándome. Me pidieron el número y llamaron a
mi sobrino que llevaba la noche entera esperando esa llamada, tirado en el
asiento trasero de su carro, un BMW. Le preguntaron que si me conocía y
finalmente me enteré a qué hora nos iban a soltar. A las 6 de la mañana. Y
después vino el sermón sobre “
"Feeling
good" o Las Puertas del Paraíso.
Por.
Alejandro Palomino.